

jueves, 23 de septiembre de 2010
jueves, 16 de septiembre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
viernes, 3 de septiembre de 2010
Hubo miles de momento, lindos, feos, tristes, felices, hubo de todo, hubo lágrimas y risas, sonreí al verte entrar y llore cuando te fuiste, creía que no podría soportarlo y aun sigo viva, todo cambia, las personas se van, los amores se acaban, el corazón sana, el tiempo pasa, crecemos, nos enamoramos y sufrimos, las amistades se terminan, otras duran para siempre, las cosas pasan de moda y vienen cosas nuevas, las persona mueren y la vida sigue. 

Estaba lloviendo.
Era una lluvia intensa, de esas no muy comunes, que no te dejan ver mas allá de dos metros, de las que le gustan a muy pocos.
Clara las amaba, Pedro no tanto. Aun no estaban en algo serio, se suponía que hoy iban a hablar de que harían, pero lamentablemente llovía, así que estaban sentados como dos idiotas en el sillón de Clara.
Pedro tenia el pelo húmedo y fingía ver la televisión mientras miraba de reojo a Clara. Ella miraba por la ventana, fascinada. Ninguno hablaba, la situación era incomoda, no sabían mucho el uno del otro y no tenían nada de lo que conversar.
Pedro dejo de disimular y la miro, estaba tan linda así, miraba con ojos soñadores por la ventana, como si hubiera algo mágico que el no podía ver.
La curiosidad pudo con el y le pregunto:
-¿que miras?
Antes de contestarle, Ella lo miro.
-la lluvia.
Aun tenia esos ojos soñadores, pero ahora lo estaba mirando a el, eso lo hizo sentirse bien.
-odio que llueva así, no podemos hacer nada.
-a mi me encanta, me tranquiliza el ruido, me gusta mojarme, me hace sentir libre.
Pedro no pudo mas que sonreír, amaba esos comentarios soñadores, divertidos, sinceros, ella creía en lo que decía. De la nada, sin que ella se lo esperara, dijo:
-vayamos a caminar.
-¿a donde? esta lloviendo.
-y que importa, acabas de decir que te encanta mojarte, unas gotitas no te van a hacer nada.
-yo lo decía por vos, pero si queres.
Cuando salieron afuera Pedro sintió que una cortina de agua helada le caía encima, pero no se arrepintió de haber propuesto salir, Clara sonreía como si el sol brillara en lo alto del cielo.
Caminaron en silencio, de vez en cuando se miraban y sonreían, pero no era un silencio incomodo, no como el de antes, no hablaban por que el silencio era mejor que las palabras.
En un momento dado el la tomo de la mano, ella sintió como una descarga eléctrica le recorría la mano hasta llegar al hombro.
Clara se freno y lo miro, el le devolvió la miraba, sus ojos se encontraron y para ella ese instante fue mágico, se fueron acercando lentamente y cuando sus labios se unieron Pedro sintió como si el sol brillara en lo alto del cielo.
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